Yo te puedo hacer un poema de amor
y tocar las fibras precisas
para que vuelen tus neuronas
y la sinapsis que encode
las ideas-palabras que te regale
suelten endorfina suficiente
para que me quieras llamar.
Pero no te lo mereces:
sería venderme
y no regalarme
como es preci(o)so que lo haga.
Seducirte sería una trampa.
Me desnudo entonces.
Soy una larva con la pena latente.
Una deformación de mis proyectos infantiles
una proyección oscura
un hijo de la transición de lo público
a lo malditamente privado.
De eso son testigos los edificios grises
de las delegaciones provinciales
del Departamento de Pavimentación.
Sale y lee
mastica el mundo
me dijeron.
Dar es bueno
recibir, mezquino
entendía.
Y hoy tengo casi cuarenta años
de inviabilidad económica
y soy un allegado
en la minúscula república de Batuco
al que jueces, abogados y médicos
le celebran esa divertida forma
de dorarles la píldora
de enamorarlas
como un che guevara
sin una revolución para morir.
Es divertida la hueá.
Vaya saber uno
dónde terminaré escribiendo
cuando sean cincuenta.
miércoles, 20 de junio de 2007
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