Saber que has vuelto
-aún ignorando que te habías ido-
llenó este calor vespertino
de una risa interior
que no para de cabalgar.
Cosquillean tus noticias
y he creído ver tu piel nueva
y tu mirada soberbia de bella.
Entonces
miro por la ventana
(orientado por la brújula interna)
ubico tu existencia
y salgo a volar.
Me recordaste a Cesare Pavese
cruzando Italia de sur a norte
y vice versa
encontrando detalles
sorpresas
en la norteña Italia
tan lejana de su sureña existencia.
Dicen que recuperó el habla
después de odiar al norte
cuando conoció a Norberto Bobbio
y juntos bebieron en un puterío
y se perdieron de noche
en los barrios industriales
llenos de muros con consignas
antifachistas.
Pero la verdad
y eso lo confiesa el mismo Pavese
es que Bobbio se quedó dormido
en una mesa olvidada
mientras el poeta inolvidable
salió a buscar el amor
en un plaza de Milán.
Y lo encontró.
Lo demás son libros
y poesía.
(Segura que no te he regalado un libro
una nota siquiera
de Cesare Pavese?)
Benvenute!
(Feliz!)
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