No me di ni cuenta
que estaba renunciando
al estilo hipodérmico
de tomar los días
día tras día
por la cola
y a las astas
por el toro.
Leo El Mercurio todas las mañanas
y vocifero contra ellos
pero lo sigo leyendo.
Aborrezco la explotación
pero cobro caro.
Repudio la aristocracia
pero celebro que me inviten
en honor a mi apellido.
Renuncio,
ves?
Me he sumado al estado catatónico
en que las horas no cuentan
y me dejo llevar por el río calmo
a desembocar en la vejez.
De seguro no era esta
la vejez que estás llevando
pero las luces me encandilan
y lo correcto me llama a su lado
en un canto de sirenas.
Cierto,
no podría ser de otro modo
Toda una vida desgastando
lo que llaman capacidad
Pero supongo que eso desgasta
lo que un día amaste
de mí.
Qué será lo imperecedero?
Qué lo frágil?
He de renunciar a las renuncias
o ingresar a la ciudad amurallada
como francotirador encubierto?
Desvanecer lo que me motorizaba
y levantar las cejas simétricamente
para explicar que todo fue un sueño
más largo de lo acostumbrado?
Ok.
Me entrego.
Y ni siquiera dejo entre líneas
una amenaza rebelde
una sombra iconoclasta
y vertiré y convertiré
las habilidades pretéritas
en chistes irónicos
en el ascensor de tribunales.
Ok
LO acepto
y no te hago responsable de nada
porque nada me has pedido
nunca
casi nunca.
Que se duerman las flechas al cielo
mientras tanto producimos algo de dinero
Mal que mal se nos vendrán las jubilaciones encima
y ahñi tendremos tiempo
de saldar
todo esto que ahora empiezo.
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