Engullía mi berlín cremoso por la vía pública
cuando se acercó a mí
con su cara de niño de calle
- Oigaaa... me da berlín?
No se lo iba a negar. Su manitos morenas
y sucias merecían más que un berlín.
- Bueno - asentí- Pero por lo menos dí las palabras mágicas, pues.
- Ehhh... abracadabra?
miércoles, 12 de marzo de 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario